domingo, 16 de noviembre de 2008

Decía Gato Pérez en uno de sus temas: "La vida te da sorpresas, sorpresas te da la vida..."Así es, nadie está libre de sorpresas: agradables y no tan agradables.
Hace unos meses andaba, quien os escribe esto, por la vida como si nada. Familia, trabajo, amigos, sabores y sinsabores, aunque nada serios.
Uno de aquellos días, me sentí ligeramente mal, lo consulté con un amigo y días después entré por la puerta de un hospital, tranquilamente, pensando en que no podía ser nada serio.
En urgencias me topé con la primera sorpresa: dolor abdominal leve, con una cifra de leucocitos muy, muy alta. Me indicaron ecografía y TAC, resultado: diverticulitis perforada. Mi colon había dicho, Stop.
Ingresé en planta con tratamiento antibiótico, y pacté con el enfermero de turno que me administrara las primeras dosis antes de las 00:00, hora en que se administran las medicaciones. Me pareció más adecuado para mi salud, que se iniciara el tratamiento cuanto antes, ya que eran las 20:00 pm. el profesional accedió, aunque reticente, y a las 00:00 me administró la siguiente dosis.
A todo esto, yo, médico, por primera vez en el papel de paciente (ilustrado), estupefacto, sorprendido y estresado.

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